Luang Prabang – Laos
Dia 7
Era una de las dos ciudades que mas expectativa me
generaban antes de emprender el viaje. Tenía mucha ilusión de conocer una
ciudad de la cual había leído mucho, pero la imaginación jugaba un papel
fundamental a la hora de querer conocerla. Llegue rápido al hotel, ubicado en
calles de tierra, en una especie de barrio humilde. En el hotel agarre una
bicicleta que me ofrecían gratis, y Salí a recorrer.
Primera y última vez que haría esto. No es bueno conocer
una ciudad en bici, y menos en un primer dia, donde claramente no sabes dónde
ir, y en bicicleta te pierdes y cansas más rápido. Una de mis características es
mi falta de paciencia, y acá no iba a ser la excepción. En menos de 3 horas de
recorrida, la cadena de la bicicleta se me salió por lo menos 3 veces, y en
cada “arreglo”, para el final, mis manos quedaron negras y engrasadas, lo cual sería
un trabajo difícil de limpiar. La arregle por última vez, y antes del mediodía regrese
al hotel para dejarla y no montarla nunca más.
Ahora sí, Salí caminando, como se debe recorrer una
ciudad y como más me gusta hacerlo. Agarre otro camino, con senderos que con la
bici me hubiese sido imposible. Para llegar al centro, del lado donde estaba
ubicado mi hotel, hay que cruzar un puente de bamboo, el cual reconstruyen
todos los años, ya que con la creciente del rio, el puente de destruye, es por
eso que está abierto 6 meses al año.
Ahí encontré una de las imágenes mentales mas lindas del
viaje, y uno de los momentos de mayor relajación y encuentro conmigo mismo.
Estaba parado en la arena del borde del rio, con aguas cristalinas con tono
verde por algunas algas, mirando un paisaje tan natural, que no estaba seguro
que pertenecía a este mundo.
Cruce el puente, y llegue a la avenida principal. Muy
parecida a su antecesora Vientiane, Luang Prabang posee rincones únicos, con
muchos templos y esculturas budas. Subí a la colina Pho Si, para presenciar mi
primer atardecer, y la caída del sol. Estaba demarcado como el mejor punto de
la ciudad para hacerlo, y también decían que había que ir temprano, para conseguir un buen lugar para presenciar
dicho fenómeno natural. Con dos horas de espera, el sol en la cara, el calor en
el cuerpo, y leyendo un libro, la espera paso inadvertida, pese a que los rayos
solares se hacían sentir con fuerza. El lugar se lleno de turistas, y a la hora
señalada las cámaras y los celulares estaban ajetreados de tanto trabajo. Un
lindo atardecer por detrás de las montañas dio paso a la noche.
La noche con mosquitos y humedad, apareció de golpe. Baje
por el lado contrario del que había subido, ya que ahí empezaba el mercado
nocturno de la ciudad, un mercado bien casero, con artesanías de todo tipo.
Yuyos, té y café de variados sabores, hicieron del paseo algo entretenido.
Volviendo para el hotel, debía encontrar devuelta el
puente de bamboo, ya que es la única forma de cruzar hacia el otro punto de la
ciudad. Casi medianoche, y con las calles muy oscuras, se ve hizo difícil encontrar
el puente. Hasta que después de un tiempo transpirando, y mirando mi mapa en el
celular, lo encontré. Iluminado con una especie de soga con luces led, parecía una
imagen de una película animada. Vale aclarar que para cruzar el puente, se paga
una vez por dia 5000 kip.
Próximamente dia 8 en Luang Prabang, y despedida de Laos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario