martes, 12 de septiembre de 2017

Luang Prabang - Laos




Luang Prabang – Laos
 

Dia 7

Era una de las dos ciudades que mas expectativa me generaban antes de emprender el viaje. Tenía mucha ilusión de conocer una ciudad de la cual había leído mucho, pero la imaginación jugaba un papel fundamental a la hora de querer conocerla. Llegue rápido al hotel, ubicado en calles de tierra, en una especie de barrio humilde. En el hotel agarre una bicicleta que me ofrecían gratis, y Salí a recorrer.

Primera y última vez que haría esto. No es bueno conocer una ciudad en bici, y menos en un primer dia, donde claramente no sabes dónde ir, y en bicicleta te pierdes y cansas más rápido. Una de mis características es mi falta de paciencia, y acá no iba a ser la excepción. En menos de 3 horas de recorrida, la cadena de la bicicleta se me salió por lo menos 3 veces, y en cada “arreglo”, para el final, mis manos quedaron negras y engrasadas, lo cual sería un trabajo difícil de limpiar. La arregle por última vez, y antes del mediodía regrese al hotel para dejarla y no montarla nunca más.

Ahora sí, Salí caminando, como se debe recorrer una ciudad y como más me gusta hacerlo. Agarre otro camino, con senderos que con la bici me hubiese sido imposible. Para llegar al centro, del lado donde estaba ubicado mi hotel, hay que cruzar un puente de bamboo, el cual reconstruyen todos los años, ya que con la creciente del rio, el puente de destruye, es por eso que está abierto 6 meses al año. 

Ahí encontré una de las imágenes mentales mas lindas del viaje, y uno de los momentos de mayor relajación y encuentro conmigo mismo. Estaba parado en la arena del borde del rio, con aguas cristalinas con tono verde por algunas algas, mirando un paisaje tan natural, que no estaba seguro que pertenecía a este mundo. 

Cruce el puente, y llegue a la avenida principal. Muy parecida a su antecesora Vientiane, Luang Prabang posee rincones únicos, con muchos templos y esculturas budas. Subí a la colina Pho Si, para presenciar mi primer atardecer, y la caída del sol. Estaba demarcado como el mejor punto de la ciudad para hacerlo, y también decían que había que ir temprano,  para conseguir un buen lugar para presenciar dicho fenómeno natural. Con dos horas de espera, el sol en la cara, el calor en el cuerpo, y leyendo un libro, la espera paso inadvertida, pese a que los rayos solares se hacían sentir con fuerza. El lugar se lleno de turistas, y a la hora señalada las cámaras y los celulares estaban ajetreados de tanto trabajo. Un lindo atardecer por detrás de las montañas dio paso a la noche.

La noche con mosquitos y humedad, apareció de golpe. Baje por el lado contrario del que había subido, ya que ahí empezaba el mercado nocturno de la ciudad, un mercado bien casero, con artesanías de todo tipo. Yuyos, té y café de variados sabores, hicieron del paseo algo entretenido.
Volviendo para el hotel, debía encontrar devuelta el puente de bamboo, ya que es la única forma de cruzar hacia el otro punto de la ciudad. Casi medianoche, y con las calles muy oscuras, se ve hizo difícil encontrar el puente. Hasta que después de un tiempo transpirando, y mirando mi mapa en el celular, lo encontré. Iluminado con una especie de soga con luces led, parecía una imagen de una película animada. Vale aclarar que para cruzar el puente, se paga una vez por dia 5000 kip.

Próximamente dia 8 en Luang Prabang, y despedida de Laos.